Desentrañando el mansplaining: criaturas navideñas y condescendencia
La Navidad despierta la magia de criaturas fantásticas: elfos, renos y, sí, esos hombres que te explican con un tono condescendiente realidades que ya conoces a la perfección.
Están por todas partes, todos los días del año. Es ese colega de trabajo para quien tu propuesta es un misterio que solo él puede descifrar. O ese amigo que insiste en explicarte cómo jugar a tu videojuego favorito, aquel al que has dedicado más de cinco años de destreza.
Sin embargo, es durante la Navidad cuando estas criaturas del mansplaining se vuelven especialmente visibles. Entre luces brillantes y villancicos, para aquellos que aún deben enfrentarse a cenas ‘en familia’, la temporada navideña puede llevar consigo una dosis extra de condescendencia no solicitada.
El mainsplaining es la práctica de explicar algo de manera condescendiente y asumiendo que el oyente carece de conocimiento sobre el tema, además de la capacidad para comprenderlo por sí misme.
El término deriva de la fusión entre ‘man‘ (hombre) y ‘explaining‘ (explicar). Una osadía desde el punto de vista de algunos hombres, quienes se consideran totalmente ajenos a esta práctica. Sin embargo, el lenguaje es imprescindible para entender qué ocurre a nuestro alrededor, y el uso de este término no es una excepción. El acuñamiento de esta palabra ponía voz a las situaciones vividas (y por vivir) de miles de mujeres.
BUSCANDO EL ORIGEN
Una de ellas, es la prolífica escritora Rebecca Solnit, creadora de este término. En 2012, Solnit acudía sin ganas a una fiesta en Aspen. Antes de retirarse, junto a su amiga, el anfitrión de la celebración entabló conversación con ella, preguntándole, de manera paternalista, de qué trataban sus libros.
Solnit nunca tuvo tiempo para responder. El hombre decidió que su conocimiento en el área de la literatura era mucho más amplio y sintió el deber de ilustrar a su interlocutora. Era su momento de brillar.
Durante el largo monólogo, sin posibilidad a réplica e interrupciones, el hombre les recomendaba el nuevo libro revelación: el recién publicado Río de sombras: Eadweard Muybridge y el salvaje oeste tecnológico. Novela escrita por la propia Solnit, sentada a su lado. Un libro que ni siquiera había leído, más allá del resumen del The New York Time.
La impotencia e incredulidad de esta situación llevó a la autora a escribir posteriormente su ensayo Los hombres me explican cosas. Una publicación que desató una reflexión profunda sobre el fenómeno del mansplaining y su impacto en la dinámica de género.
El derecho a presentarse y hablar son fundamentales para la supervivencia, la dignidad y la libertad.
Rebecca Solnit en su ensayo Los hombres me explican cosas
A diferencia de otras formas de condescendencia, el mansplaining está intrínsecamente relacionado con el género. La idea tras este fenómeno se basa en una suposición sexista: el hombre es la fuente del conocimiento, mientras que la mujer debe escuchar porque, por defecto, carece de la capacidad de comprender.
Una idea que refuerza las divisiones de género y perpetúa la visión de que las mujeres deben ser validadas por figuras masculinas. Para la catedrática Begonya Enguix con este fenómeno“se niega la autoridad femenina y la legitimidad para hablar con conocimiento sobre un tema”.
De esta manera, como indica Solnit, el mansplaining actúa además como una herramienta de control social que limita la participación activa de las mujeres en el discurso público. No se nos considera lo suficientemente preparadas e inteligentes como para ser expertas. Nuestra voz es interrumpida o silenciada porque, para una parte de la sociedad, nunca seremos suficientes como para merecer ser escuchadas.
La lucha para que las mujeres sean tratadas como seres humanos con derechos a la vida, la libertad y la participación en los ámbitos culturales y políticos continúa, y a veces es una batalla bastante sombría.
Rebecca Solnit en su ensayo Los hombres me explican cosas
Pero lo somos. Todas las voces merecen ser escuchadas porque todes tenemos derechos a poder expresarnos. A poner voz, palabras y sonidos a lo que sentimos y vivimos. Por eso, no deja de ser irónico ver en redes y medios de comunicación comentarios de hombres quejándose del uso de este término, mientras explican a les autores de los textos el error de esta definición y por qué no todos los hombres son iguales.
La propia Solnit admitió sus dudas ante el uso de este término porque implica que este comportamiento es inherente a los hombres. Por ello, tanto la autora como la periodista Lili Rothman, matizan el mansplaining como el acto de explicar sin tener en cuenta si la persona receptora ya posee conocimientos iguales o superiores. A pesar de ello, la periodista destaca la prevalencia de este comportamiento de hombres hacia mujeres.
Dar voz a lo que ocurre a nuestro alrededor es difícil y, en muchas ocasiones, confuso. Pero el uso de este término ha ayudado a muchas de nosotras a explicar la condescendencia y la subestimación que persisten en nuestras interacciones cotidianas.
Por eso, a ti que me estás leyendo, solo me queda desearte que la magia de la Navidad nos libre también de los mansplainers. Al menos durante la cena.
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Irónico, pero completamente realista. Enhorabuena Alicia!!!
¡Muchas gracias, Paola! Me alegra leer tu comentario